Unos pies bonitos, hidratados, no significan que no sufran. Como hemos dicho muchas veces, estas partes del cuerpo son el pilar de nuestra estructura, y sobre ellos recae todo nuestro peso corporal.
Para valorar la salud podológica, o salud de nuestros pies, debemos fijarnos en tres puntos importantes:
- La piel
- El tipo de calzado empleado
- La estructura del pie
Para poder detectar una mala pisada o apoyo a la hora de caminar, podemos encontrar el primer indicativo en el desgaste de la suela de nuestro calzado, Si observamos que una zona está mucho más desgastada que el resto, significa que algo no estamos haciendo bien, ya que debería haber el mismo desgaste en todas las zonas de apoyo, aproximadamente.
Otra de las señales que podrían indicarnos una alteración en la pisada, es la del dolor o molestias en los pies o en las articulaciones inferiores: rodillas y/o tobillos. Debemos preocuparnos, cuando las molestias son algo habitual y no algo puntual.
Probablemente te preguntes: ¿qué molestias son las más comunes?
Pues pinchazos en el talón o en el puente, dolor en el talón, ardor o crujido en las articulaciones, o sensación de inclinación al caminar.
Para finalizar, debemos fijarnos en la forma de nuestros pies, observando desde atrás, los talones, para ver si están alineados o no con la tibia, ya que algunas veces, éstos se encuentran dirigidos hacia adentro.
Mirar también la planta del pie, para observar si tenemos puente, y evitar posibles rozaduras; al igual que observar la forma de los dedos, para prevenir molestias en el calzado.
En este último caso, es importante tener en cuenta la genética, ya que la estructura de los huesos, viene altamente influenciada por este aspecto.
Es por ello muy importante hacer un seguimiento del pie, y de la pisada realizado por un profesional, para evitar lesiones corporales a la larga.